Políticos efusivos

En las actividades deportivas se formas grupos o equipos con fuertes lazos afectivos que superan los familiares, aumentando la confianza y la intimidad y llegando a manifestaciones de alegrías desbordadas en las que todos se abrazan y besan o gimen y se entristecen, dependiendo de los triunfos o fracasos.

 

Costaría imaginar tanto entusiasmo en cualquier otra actividad laboral, pues por mucho aprecio que genere el contacto entre compañeros de trabajo durante años, el decoro y el respeto evitan que un comerciante llegue a su tienda besando a todo el mundo o que un apoderado de banca se abrace emocionado con sus subordinados al conocer los buenos resultados de la Bolsa.

 

Pero a diferencia del deporte, donde los entusiasmos comentados son generalmente entre individuos de un mismo sexo, es en la clase política donde se dan casos de amor descontrolado y enfermizo, pues nadie entiende que cualquier líder nacional, autonómico o municipal, aparezca repartiendo carantoñas y arrumacos entre sus compañeras de partido. Y, contraponiendo toda la palabrería sobre la igualdad de género, suelen ser los hombres los que prodigan los halagos y las ternezas entre las afiliadas que, pasivas y arrobadas , reciben muestras de cariño con sumisión y embeleso.

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