La Sala de los retratos rechazados.

Si yo fuera un hombre práctico todos los retratos que no me salen bien o que son rechazados por los interesados los rescataría para pintar sobre ellos otros nuevos. Pero se me ha ocurrido conservarlos porque los considero bien ejecutados y veo en ellos a las personas que traté de retratar.

Cuando elegí esta diversión de pintor retratista ya sabía que era poco agradecida pues solo un escaso número de personas se ve bien representada en un retrato pintado. El famosísimo John S. Singer, cuyas obras figuran en importantes museos norteamericanos, decía que cada vez que pintaba un retrato perdía un  amigo.

Es tanto el afán por aumentar esta negativa colección que, cuando el retratado acepta el obsequio con visibles muestras de alegría, sufro la decepción de perder la obra para siempre. Y vuelvo a intentar un nuevo personaje de mi entorno familiar o amistoso, seguro al principio de que, posiblemente, rechazará con variados argumentos llevarse el retrato a casa.

Pero es que la Sala de los retratos rechazados ha tomado para mí una importancia a partir de una circunstancia inexplicable que la transforma en un sitio muy especial donde paso muchos ratos mirando esos retratos de buena técnica y en los que veo claramente a las personas que no se reconocieron.

Ya digo que son escasos los rechazos porque generalmente acierto con el gesto y tengo más éxitos que fracasos. Así pues, hay un retrato de mi nieto Nicolás niño, otro de mi nieta Laura que no se encontraba, mi hijo que aunque no ha visto el trabajo fue inmediatamente rechazado por mi nuera y el Conde-Duque de Olivares que creí que sería bien recibido en la casa familiar del pueblo de su nombre, pero que ocupa el sitio de honor en la Sala de mi casa.

Además, estos pocos retratos llevan detrás una pegatina para colgarlos sin necesidad de recurrir a un marco. Pues una noche, más bien de madrugada, un ruido como con eco a las cinco de la mañana me avisó de que se habían descolgado todos a la vez. Si los había colocado en fechas diferentes ¿cómo se explica que se cayeran juntos y que se despegara la pegatina alemana que venden como definitiva para prescindir de un marco? Podrían decirme que los de arriba cayeron sobre los de abajo y los arrastraron en su caída, pero ¿por qué se cayeron los tres de arriba, si uno llevaba tres meses y el vecino dos semanas? A no ser que se conjugara un ligero movimiento de la casa, un crujido sin consecuencias.

Ahora los tengo sobre la cama y pienso una y otra vez cómo se han  puesto de acuerdo para rechazar su sitio en la pared de la Sala de los retratos rechazados.

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