El Conferenciante

Unos familiares le habían recomendado al conferenciante y pensó que podría mostrarle los lugares turísticos y los edificios importantes, los atractivos de la ciudad y la gastronomía de la región.

Como era un hombre culto, acompañó con ilusión y entusiasmo al conferenciante, disfrutando con enseñarle todo lo que a él mismo le atraía. Él y su esposa le invitaron a comer en diferentes restaurantes de la ciudad y de la provincia, asistieron a teatros y exposiciones de todo tipo y, aunque no era su costumbre, hasta salieron de noche a visitar lugares de diversión, retirándose a descansar de madrugada.

Por fin llegó el gran día y le condujeron al Ateneo, ocupando destacados asientos para no perder palabra. El conferenciante y amigo sacó dos cuartillas, se puso las gafas y saludó a la nutrida concurrencia para acometer el tema de su conferencia: “Los dirigentes y su expresión”.

Se quedó asombrado ante las frases vertidas por el conferenciante y miró hacia los lados confundido, pero el auditorio parecía embelesado y nada hostil. Trató de hacer un nuevo esfuerzo y escuchar con mayor atención, pero no llegaba a comprender el significado de sus frases. Desesperado, miraba a su esposa que parecía muy interesada. Desde el estrado fluía sin cesar la verborrea incontenible y enigmática y sentía vergüenza al escuchar aquella jerga sin sentido que, sin embargo, mantenía el interés del auditorio.

Como ausente asistió al atronador aplauso que cerró la intervención del conferenciante, mientras el presidente del Ateneo se fundía en un abrazo con él. Tuvo que hacer un esfuerzo aún mayor para esperarlo con su mujer y darle la calurosa enhorabuena. Y tras recibir el agradecimiento por sus atenciones le acompañaron a la estación, pues aquella misma noche había de trasladarse a otra ciudad.

Por el camino de regreso a casa rehusó comentar con ella aspectos de la conferencia y al echar luego una ojeada al cuarto de invitados para comprobar que no se había olvidado ningún objeto, recogió de una mesa varios periódicos y dos cuartillas, copias sin duda de las que habían servido de guía de la conferencia, que no me resisto a reproducir por si tenéis el humor de analizarlas.

(Del Boletín de Ingeniería Civil – MOPU, junio 82) (Léase en cualquier orden comenzando por los párrafos de la izquierda, seguidos de cualquiera de los de la segunda columna, cualquiera de los de la tercera y finalmente cualquiera de los de la cuarta).

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